Por Boris Schlossberg, fundador de BKForex
Traducido por Wordwide FX
No hay ningún negocio en el mundo más binario que el trading. En efecto, cada operación es una opción con dos opciones: ¿continuar o cambiar de sentido? Todas las operaciones dependen en cómo de correctamente se conteste esta pregunta. Todo es complementario.
También la opción es binaria cuando hablamos de gestión de operaciones. O tenemos razón o no. Saber cuándo uno tiene razón es fácil: cuando el precio se mueve en la misma dirección que nuestros propósitos. En todos los otros casos, nos hemos equivocado.
Nada de debería o podría. Nada de excusas tipo “el mercado está loco”. Como dicen en Wall Street, “si mi tía tuviera h*vos, sería mi tío”.
Está claro: nos hemos equivocado.
Este es el primer paso para un trader profesional: debe poder repetirse estas palabras a sí mismo al menos diez veces cada día.
El siguiente paso es aún más complicado. Hay que decidir qué medidas vamos a tomar exactamente. Si uno ha sido lo bastante inconsciente como para haber realizado una apuesta demasiado grande en la primera entrada, la opción es sencilla. Hay que salir. Cualquier perdida superior al 1% del capital en un solo día de mercado me dice que alguien ha pagado la novatada y que acabará por perder el 10%, el 20% o incluso el 50% de todo el capital de la cuenta en esa única posición. Muchos tratarán de aumentar el tamaño a lo loco, negándose a aceptar la realidad de que se han equivocado.
Si la apuesta era relativamente pequeña y lo que tenemos son perdidas de 10-20 puntos básicos, las opciones empiezan a mostrar más matices. Podemos salir, reagruparnos y volver a entrar con un tamaño mayor o bien podemos elegir un punto más alejado y añadirlo a la posición con un tamaño que duplique o triplique el de la operación inicial y asegurarnos de que el coste medio está, ahora sí, cerca del precio de mercado.
Sin embargo, hay que entender bien la clave de todo ello: seguimos equivocados. Llegar antes no significa tener razón. Sólo significa llegar antes. Así pues, no deberíamos tratar de buscar beneficios en estas circunstancias, sino únicamente tratar de minimizar pérdidas.
Para los traders, puede que esto sea lo más complicado de aprender. Los humanos no sólo somos seres moralmente cobardes que nos negamos a aceptar responsabilidades personales; también somos unos bastardos sinvergüenzas que, aunque se nos dé la oportunidad de salir ilesos del mercado, estamos convencidos de poseer capacidades de orden divino y nos empeñamos en forzar una operación mala para conseguir un gran beneficio.
Cierto, a veces funciona. Pero da igual. De hecho, cuando funciona, las consecuencias son de una magnitud indescriptiblemente peor, pues lo que augura son pérdidas masivas. Odio a esos traders que me dicen que han conseguido 50,80 o 100 operaciones ganadoras seguidas. A estos personajes, siempre los miro, le sonrío cortésmente y les felicito, pero a sabiendas de que dentro de un año estarán en la ruina.
El trading es un reto intelectual de primer orden que nos permite enfrentarnos al mundo cada día. Pero también es la única actividad que nos expondrá que muestra sin tapujos los peores hábitos del ser humano, sus peores debilidades personales y fallos morales. Cuanto antes nos demos cuenta de ello, más probabilidades tendremos de tener éxito en el futuro.
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